#Artes: inauguración: «Otra vez ¡Me arruinaste del dibujo!» (miércoles 23/3)




La Fundación Luis Felipe Noé en un trabajo en red con el Centro Cultural Borges y el Ministerio de Cultura de la Nación presentan Otra vez ¡Me arruinaste el dibujo! un proyecto que celebra el trabajo entre artistas como una particular forma de comunicación e intercambio.En el año 2011, Eduardo Stupia Luis Felipe Noé realizaron la exposición “Me arruinaste el dibujo” que reunía cincuenta obras hechas a ‘cuatro manos’, como dicen sus autores. Noé y Stupía -creadores del proyecto La línea piensa que se desarrolló en esta misma sala desde el año 2006- trabajan principalmente con la línea como punto de partida. Esas obras a dúo confirman un ‘diálogo visual’, ya que al igual que en una conversación cada artista va desarrollando su discurso gráfico en una superficie en común para encontrarse con las líneas-palabras de su interlocutor visual, para ir creando una obra única que condensa una confluencia entre colegas y que son el registro de ese tiempo compartido, a veces simultáneo y otras veces diferido. Al mismo tiempo, esta ‘conversación’ logra potenciar el desarrollo de cada impronta personal al establecer una relación con la estética del otro. A un poco mas de 10 años del lúdico encuentro, Noé y Stupia abren el juego e invitan a Juan Astica, Delfina Bourse, Andrea Lamas y Paula Noé Murphy a crear a cuatro manos y generar nuevos intercambios.
Curaduría: Cecilia Ivanchevich
Presidenta de la Fundación Luis Felipe Noé
“¡ME ARRUINASTE EL DIBUJO!, esa ocurrencia de dibujo a cuatro manos que decidimos emprender, aprovechando las mutuas, obvias y consecuentes afinidades selectivas, y nuestra necesidad, siempre compartida con muchos otros artistas, de aunar la práctica misma de los lenguajes con la reflexión sobre la marcha y el experimento. En aquel momento, como ahora, nos impulsaba el productivo diálogo sobre el dibujo, su práctica, su experiencia, su concepto y poética, que venimos sosteniendo desde hace ya varios años, ensayando un experimento que era inédito para ambos. Como en una suerte de partido de ping-pong, cada uno lanzó ideas gráficas en la cancha del otro y esperó la devolución para volver a responderle con el tiro más inesperado, y así sucesivamente. Y, si bien no se trataba de hacerle perder pié al ¨contrincante¨, tampoco era cuestión de hacérsela fácil. De allí la ironía de un título que, lejos de ser una broma, era y es fiel a la tensa dinámica de una batalla gráfica donde cada uno debe saber cuándo retirarse para que el otro se haga presente”. Eduardo Stupía, 2021. 
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